Hoy es indispensable utilizar la información para toma de decisiones, verificación de los resultados de las decisoines, y volver a analizar. ¡Ya la tecnología está disponble!
Hace treinta años que vengo trabajando, por razones de las vueltas que da la vida, en el análisis y procesamiento de la información y en la búsqueda continua de nuevas maneras de impactar con tecnología de información y comunicaciones las estrategias de los negocios.
Desde ese entonces, cuando dirigía una casa de software usábamos una frase o slogan para significar lo que ofrecíamos: “Sistemas de Información para la toma de decisiones que generen resultados.”
Estos sistemas de información requerían de primera mano toda la infraestructura necesaria para recopilar la información, por lo general en documentos físicos; digitalizarla valiéndonos de unas personas “digitadotas” que eran muy rápidas grabando datos, y luego procesando estas “transacciones” a través de programas, cuyo objetivo principal era asentar los movimientos del período respectivo y reflejar básicamente hechos históricos.

A partir de esta información que entregábamos, en listados porque era el medio preferido y más económico, los diferentes usuarios y clientes tomaban las acciones pertinentes. Si las cuentas por cobrar estaban muy atrasadas, se estructuraban campañas para hacer gestiones de cobro. Si los inventarios de ciertos productos estaban muy bajos se emitían ordenes de producción, o si muy altos, se hacían campañas para salir de la mercancía.
Lo importante era que se tomaban acciones concretas con base en la información buscando el beneficio de la empresa. Y había que esperar hasta el otro mes que se volvía a procesar la información, para determinar si se había tenido éxito en la estrategia o no, y volver a tomar acción.
Hoy tenemos información en tiempo real, y tal vez multiplicada en volumen unas cien o mil veces. Además de la información que reúne cada transacción, está la información complementaria sobre el entorno bajo el cual se llevó a cabo la transacción. También contamos con herramientas que permiten modelar en tiempo real y hacer proyecciones muy cercanas a la realidad que se presentará en el futuro.
Y ya no solo está la información disponible en los sistemas centrales, sino que con la movilidad actual, tenemos como alertarnos en nuestros dispositivos móviles cada vez que sucede un hecho “fuera de lo común” en la parte transaccional para poder tomar acciones cada vez más cercanas al proceso.
Con todo y esto, todavía nos topamos con empresas para quienes el proceso de información sigue siendo para la forma descrita de hace treinta años. Siguen trabajando solo para los reportes ordinarios, a pesar de amasar un gran volumen de información.
Que tan fácil sería para un banco por ejemplo, poder predecir cuándo un cliente podría atrasarse en el pago de una cuota de un crédito y ofrecerle un esquema más cómodo de pago, sin esperar a que el cliente se atrase, entre en problemas mas profundos y ya no haya como arreglar el problema.
Hace treinta años que vengo trabajando, por razones de las vueltas que da la vida, en el análisis y procesamiento de la información y en la búsqueda continua de nuevas maneras de impactar con tecnología de información y comunicaciones las estrategias de los negocios.
Desde ese entonces, cuando dirigía una casa de software usábamos una frase o slogan para significar lo que ofrecíamos: “Sistemas de Información para la toma de decisiones que generen resultados.”
Estos sistemas de información requerían de primera mano toda la infraestructura necesaria para recopilar la información, por lo general en documentos físicos; digitalizarla valiéndonos de unas personas “digitadotas” que eran muy rápidas grabando datos, y luego procesando estas “transacciones” a través de programas, cuyo objetivo principal era asentar los movimientos del período respectivo y reflejar básicamente hechos históricos.

A partir de esta información que entregábamos, en listados porque era el medio preferido y más económico, los diferentes usuarios y clientes tomaban las acciones pertinentes. Si las cuentas por cobrar estaban muy atrasadas, se estructuraban campañas para hacer gestiones de cobro. Si los inventarios de ciertos productos estaban muy bajos se emitían ordenes de producción, o si muy altos, se hacían campañas para salir de la mercancía.
Lo importante era que se tomaban acciones concretas con base en la información buscando el beneficio de la empresa. Y había que esperar hasta el otro mes que se volvía a procesar la información, para determinar si se había tenido éxito en la estrategia o no, y volver a tomar acción.
Hoy tenemos información en tiempo real, y tal vez multiplicada en volumen unas cien o mil veces. Además de la información que reúne cada transacción, está la información complementaria sobre el entorno bajo el cual se llevó a cabo la transacción. También contamos con herramientas que permiten modelar en tiempo real y hacer proyecciones muy cercanas a la realidad que se presentará en el futuro.
Y ya no solo está la información disponible en los sistemas centrales, sino que con la movilidad actual, tenemos como alertarnos en nuestros dispositivos móviles cada vez que sucede un hecho “fuera de lo común” en la parte transaccional para poder tomar acciones cada vez más cercanas al proceso.
Con todo y esto, todavía nos topamos con empresas para quienes el proceso de información sigue siendo para la forma descrita de hace treinta años. Siguen trabajando solo para los reportes ordinarios, a pesar de amasar un gran volumen de información.
Que tan fácil sería para un banco por ejemplo, poder predecir cuándo un cliente podría atrasarse en el pago de una cuota de un crédito y ofrecerle un esquema más cómodo de pago, sin esperar a que el cliente se atrase, entre en problemas mas profundos y ya no haya como arreglar el problema.
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